Les ofrecemos un adelanto de uno de los libros que estamos trabajando: “Los héroes y hombres griegos” de Caroline H. Harding y Samuel B. Harding. Traducción de Germán Atoche Intili.

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Cómo lucharon los espartanos en las Termópilas

Caroline H. Harding y Samuel B. Harding

     Cuando los griegos oyeron que el rey Jerjes marchaba contra ellos con un ejército tan grande, se asustaron mucho. Algunos hicieron las paces con el rey, y le enviaron tierra y agua[1], como él les ordenó, para demostrar que le entregaban sus tierras. Pero los atenienses y los espartanos dijeron que morirían antes de ceder sus tierras y convertirse en esclavos del gran rey.

     En la parte norte de Grecia había un estrecho paso, llamado el paso de las Termópilas, donde las montañas bajaban casi hasta el mar, dejando solo un angosto camino entre el paso de las Termópilas y el paso de Esparta; y como era tan estrecho, los griegos pensaron que enviando hombres para custodiarlo, podrían detener al ejército del rey y así salvar su territorio.

     Se decidió que mientras los atenienses, que eran los mejores marineros de Grecia, debían luchar contra los barcos del rey en el mar, los espartanos debían luchar contra el ejército del rey en las Termópilas. Pero justo en ese momento había un gran festival entre los espartanos en honor al dios Apolo; y aunque el rey Jerjes ya marchaba contra su tierra, no querían menospreciar la adoración de su dios. El resultado fue que enviaron a las Termópilas solo trescientos espartanos, bajo el mando de su líder, Leónidas, diciéndole que enviarían más cuando el festival terminara. Con estos trescientos hombres y unos pocos cientos más que consiguió en otro lugar, Leónidas tuvo que enfrentarse a los cientos de miles que tenía Jerjes, ya que los otros espartanos no llegaron hasta después de que la batalla terminara.

     Cuando Jerjes vio el paso, encontró a los espartanos divirtiéndose con ejercicios de gimnasia y peinándose el pelo largo. Cuando envió sus emisarios a ellos y les ordenó que entregaran sus armas, ellos le respondieron que viniera a tomarlas. A uno de los espartanos le dijeron que el número de persas era tan grande que cuando disparaban sus flechas al aire ocultaban el sol como una nube. “Tanto mejor”, dijo, “porque entonces lucharemos en la sombra”.

     Tras esperar cuatro días a que los espartanos se rindieran, el rey Jerjes envió a algunos de sus hombres para hacerlos prisioneros y traérselos. Pero esto no pudieron hacerlo. Todo ese día y todo el siguiente el ejército del rey luchó contra los espartanos; y aunque algunos de ellos y muchos persas fueron asesinados, los espartanos no dejaron que el rey atravesara por el paso.

     Al final del segundo día, sin embargo, un traidor griego le dijo al rey Jerjes de un camino que llevaba sobre la montaña y alrededor del paso.

     Por esto él podría enviar a algunos hombres detrás de los griegos y atacarlos por ambos lados. Esto es lo que decidió hacer. Al tercer día, los espartanos lucharon con la misma valentía que antes, pero pronto los persas que habían sido enviados a las montañas aparecieron detrás de ellos. Entonces Leónidas supo que había llegado el final. Envió lejos a los hombres que no eran espartanos. Pero él y sus hombres siguieron luchando, pues se consideraba una vergüenza que un espartano se rindiera, y fue solo después que mataron al último espartano en el paso que el rey Jerjes pudo conducir a salvo a su ejército.

     Al acabar la guerra, los griegos colocaron un león de mármol, en honor al rey Leónidas, en el pequeño montículo donde los espartanos habían librado su última batalla. Cerca de allí se erigió otro monumento en honor a sus seguidores, y en él se grabaron estas palabras:

     “Ve, forastero, y dile a los espartanos que aquí, obedeciendo sus órdenes, caímos”.


[1]. Símbolo de sumisión. Anteriormente los espartanos y ateneos habían atacado a los hemisarios de Darío, el padre de Jerjes, por lo que esta vez no se les pidió agua y tierra. N. T.

Luego de publicar Los dioses griegos de Caroline H. y Samuel B. Harding, con ilustraciones de Murdock (Jesús Mansilla), continuamos con el libro: Los héroes y hombres griegos. Nos encontramos traduciendo los textos de los hermanos Harding sobre Perseo, Teseo, atenienses, espartanos y más historias clásicas.