Les ofrecemos uno de los textos que componen el libro Los dioses griegos de Caroline H. Harding y Samuel B. Harding. Traducción de Germán Atoche Intili, ilustraciones de Murdock (Jesús Mansilla).

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Pan, el dios de los pastores

Caroline H. y Samuel B. Harding

PAN no era uno de los grandes dioses del Monte Olimpo. Él vivía en la tierra, y fue el dios de los campos, bosques y las laderas salvajes de las montañas. Por lo tanto, los griegos pensaron que él era el protector de los pastores y cazadores, quienes se vieron obligados a alejarse de las ciudades y asentarse en otras partes del país.

Pan no era hermoso, como la mayoría de los dioses; de hecho, era una figura de aspecto muy extraño. Tenía patas y pezuñas como una cabra, y pequeños cuernos sobre la frente, de modo que parecía mitad hombre y mitad animal. Era un tipo ruidoso, con una gran y profunda voz que era tan terrible que cuando gritaba, los hombres más valientes huían asustados.

La gente solía temerle a Pan, y temían encontrarse con él cuando estaban obligados a pasar por zonas solitarias del país. Pero no había razón para esto; porque a pesar de su forma extraña y su bullicio, Pan era un viejo muy amable  y bondadoso. Le encantaba la música y le gustaba tocar en una especie de pipa que hizo con las cañas que crecen junto a los ríos. Las ninfas y los espíritus del bosque a menudo se reunían alrededor, y bailaban con su música cuando él tocaba.

Pan fue adorado especialmente por la gente del campo. Pero había una ciudad llamada Atenas donde fue honrado más que en cualquier otro lugar de Grecia, y así es como llegó a suceder. Una vez, Atenas fue amenazada por un gran ejército[1], que venía a destruir la ciudad y matar o hacer esclavos a su gente. Los atenienses temían no poder defenderse solos, y estaban tan decididos a pedir ayuda a otra ciudad llamada Esparta. Para este propósito eligieron a su corredor más veloz, cuyo nombre era Fidípides; y él se fue, solo y a pie, a Esparta.

El camino se extendía a través de un áspera área montañoso, donde el camino se convirtió sólo en un camino rocoso, que serpenteaba sobre las montañas y descendía hacia los valles. Fidípides viajó a toda velocidad, corriendo la mayor parte del camino, y apenas se detuvo para descansar o comer. Después de dos días y dos noches, entró en la ciudad de Esparta y, sin aliento, les rogó por ayuda. Pero los espartanos lo recibieron fríamente, y no le prometieron ayuda[2]. Entonces, sin esperar para reposar, Fidípides partió de nuevo hacia Atenas para decirles a los atenienses que debían luchar solos; pero se sentía triste al pensar cuán fácilmente podrían ser conquistados por un ejército tan grande. Mientras corría por el camino de regreso a Atenas, de repente se encontró con una extraña figura al lado del camino. Era el dios Pan, con sus ojos sonrientes, barba rizada y grandes patas de cabra. Fidípides se quedó quieto por el miedo; pero el dios le llamó amablemente y dijo:

“¿Por qué es, Fidípides, que no me adoran y me piden ayuda en Atenas? Les he ayudado muchas veces antes de esto, y pueden estar seguros de que los ayudaré ahora”.

Luego el dios desapareció, y el miedo de Fidípides[3] se convirtió en alegría. Saltó sobre el camino, corriendo más rápido que nunca para llevar las buenas noticias. Cuando llegó a Atenas, la gente se sintió reconfortada por la promesa que el dios le había dado, y marcharon valientemente para luchar con un ejército tan grande como pudieron reunir[4]. Sus enemigos tenían diez soldados por cada uno de Atenas; pero el pensamiento del dios les dio valor, y lucharon tan bien que obtuvieron la victoria, y la ciudad se salvó. Muchos de los atenienses solían decir después cómo vieron al gran dios Pan luchando de su lado ese día y derrotando al enemigo por centenares. Tal vez sólo lo imaginaron, pero al menos lo creyeron muy seriamente; y después de esa batalla, los atenienses siempre adoraron y honraron a Pan más que a cualquier otra gente en Grecia.

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[1] La Primera Guerra Médica enfrentó a los persas contra los griegos. Inició en 492 ac. N. T.

[2] Terminarían enviando ayuda, aunque fue muy tarde. Durante la II Guerra Médica, atenienses y espartanos liderarían la resistensia griega contra los persas. Finalmente ambas ciudades se enfrentarían en la Guerra del Peleponeso (431 aC-404 aC), saliendo victoriosa Esparta. N. T.

[3] Conocido como Filípides (530 aC-490 aC), inspiró la maratón: carrera de larga distancia, implementada a partir de los Juegos Olímpicos de Atenas 1896. El papel de Fidípides guarda alguna similitud con la del chaski incaico. N. T.

[4] La batalla se realizó en las playas de Maratón. N. T.

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